Y yo el nadie de los nadie con el honor de dirigir una guerrilla inoportuna para los partidos, las alcaldesas y los libretos impertinentes de la agenda de los “inteligentes”. Y en la noche, que se manifestaba en pleno dominio de las sombras, los caballeros de armadura, escudo y espada, carceleros de la noche, con rostros ocultos por las tinieblas de un reino que brilla por su crueldad, mostraban las víctimas sin aliento de una batalla que nunca concluye.
Casi un centenar de restos humanos transitaron por las pequeñas trincheras de una conciencia expresada en acciones, vendajes y café, que en realidad son los ingredientes de la nueva utopía, la que provoca alergia en Sociales desde que los del medio hablan mas duro que los del extremo.
Y terminamos al son de una canción llamada risa, interpretada por don Robert Sandunga quien durmiendo en la lotería jamás tendrá otro número que el de su lápida cuando le toque.
Y a los solos nos ha tocado la extraña batalla de los que necesitan compañía, que contradicción.
Y regresamos de pie, con los “ojos donde se ven”, seguros de que el día tendrá una excusa más para brillar (por el momento). Ven Señor Jesús. Y el espíritu y la Iglesia dicen ven que la religión nos ahoga.
José A. Vargas Vidot