#LaCalleHabla
Blog especial que recoge las reflexiones de nuestros voluntarios del programa Operación Compasión
“Son unos vagos”, “son unos malagradecidos”, “están ahí porque hicieron las cosas mal en su vida”, estos son algunos comentarios que se dicen diariamente sobre las personas sin vivienda. Ante el prejuicio que la sociedad impone sobre estas personas, es difícil hacer un acercamiento hacia ellos. Sin embargo, las rondas nocturnas nos enseñan la otra cara de la moneda.
Era el viernes, 23 de febrero de 2018 mientras estábamos en la cueva (lugar donde nos preparamos para salir a la calle) y podía ver las caras de preocupación. Habían personas nuevas que se unirían a nuestra ruta nocturna y se notaba que no sabían que esperar de la noche. Sin embargo, ante la ambigüedad, aún se notaba la motivación porque era una aventura nueva, un camino inexplorado. De esta manera decidimos salir a la calle a regalar alegría y amor.
Desde la primera parada ya se presenciaba la transformación…
En cada conversación, en cada abrazo y en cada sonrisa el prejuicio se desvanecía. Nos dábamos cuenta de que todo lo que nos decían era falso. En la calle encontramos padres trabajadores, madres luchadoras, hermanos perdidos y amigos olvidados.
La sociedad les desmoronó la vida dejándolos sin un techo, pero no les quitó sus ganas de vivir. Al pasar la noche, con las estrellas como guía, presenciamos el frío que tenían las personas y con brazos abiertos, café y abrazos los calentábamos.
Fue simplemente hermoso la interacción que se dio en la calle, cada sándwich que se repartía acompañado de un “buenas noches” y una sonrisa, cada carcajada, cada abrazo, cada beso y cada persona que nos decía gracias nos demostraba que la luz del amor la tienen las personas sin vivienda.
Los ronderos partícipes de esta experiencia quedaron anonadados, felices y llenos de amor para seguir rondeando por su vida. Nos dimos cuenta que todos somos humanos y nadie es mejor, ni más que nadie. Todos tenemos el derecho de amar y ser amados y el amor que existe en la calle demuestra lo hermoso en cada persona que participa de ella, ya seas una persona sin techo o un rondero.
Vivimos en una sociedad donde se esconde y reprime el amor. Pensamos que es solo para un grupo específico de personas (familia y amigos) y por tal razón demostramos cautela al conocer a una persona nueva. Esto debe cambiar porque si no abrimos nuestros corazones ante los demás y en cambio, decidimos juzgar antes de conocer, nunca conoceremos el poder de realmente amar.
– Sergio A. Rivera Rodríguez