Publicado el 10 de julio de 2015 | Primera Hora
Conoce la historia de Lizaura, una joven voluntaria de Iniciativa Comunitaria
Conduces a tu casa y en el transcurso una luz roja te detiene. Eres el tercero en la fila de automóviles. Allí, visualizas al sujeto que se acerca, ventana tras ventana, extendiendo su mano. Casi imperceptible, se posa a tu lado. Aseguraste las puertas del carro y planificas mirar todo el tiempo hacia adelante, como que no es contigo la cosa. Finalmente, resplandece la luz verde y lo agradeces, pues pondrá fin a la incómoda situación.
Pero he allí el problema. Nos debemos incomodar. Nos debemos indignar. No con él, sino con las circunstancias que lo llevaron a vivir de esa manera. Esos son los escenarios que Operación Compasión busca cambiar.
Se trata de un programa fundado por Iniciativa Comunitaria, compuesto por voluntarios que ofrecen comida, curaciones y kits de prevención a usuarios de droga y personas sin hogar. Lizaura Gómez, de 23 años, es una de 300 personas que asiste en las rondas que se llevan a cabo los viernes en la noche.
“Pensaba que las donaciones no llegaban a donde tenían que llegar. Cuando vine, vi que realmente las utilizan. Utilicé la frisa, abrigué un alma y sentí ese calor humano. Desde ahí empecé a romper con todos los prejuicios que tenía”, relata la joven recién graduada de un bachillerato en Psicología.
En el 2013, más de 1,650 personas vivían en las calles del país, según la Coalición de Coaliciones Pro Indigentes de Puerto Rico. Para el 2014, el Censo registró que más de un centenar de estas personas sin hogar eran profesionales con diploma universitario.
Lizaura es testigo de lo que apuntan las estadísticas. “Queda claro que no todos los deambulantes son adictos, muchos están allí por falta de trabajo. Me he topado con familias completas que duermen en la calle. Cada viernes atendemos un promedio de 100 participantes”, explica.
En la sede del programa, varias hojas de papel pegadas a la pared sirven de motivación para los voluntarios. Ellas le recuerdan la importancia —o la grandeza, quizá— de los pequeños detalles que pueden transformar la vida de otro.
“De verdad, les agradezco mucho por las sábanas. Las uso para mi cama. Quiero agradecerles de nuevo. Dios los bendiga”, lee el papel en la pared, escrito por una persona sin techo. “Necesitamos ayuda…lo que venga se lo vamos a agradecer”, firma otro.
Operación Compasión almacena artículos que llegan a sus puertas. En la sede, los voluntarios organizan ropa, comida, medicamentos y artículos de curación que repartirán en la noche. Acompañados por un doctor, los voluntarios aprenden a curar úlceras, padecimiento que sufren muchos adictos a drogas intravenosas. El grupo se transporta en una especie de ambulancia preparada para atender a los necesitados. La ruta comienza en Trujillo Alto y se extiende hacia Río Piedras, Santurce y otras áreas cercanas.
Los voluntarios no llegan necesariamente libre de prejuicios. Se trata de un proceso, dice Lizaura, que se da con la vivencia y el compartir con las personas sin hogar.
“Para mí, antes eran tecatos; usaba esa palabra bastante fea. Delincuentes, quizá. Uno no los mira. Pero aquí empiezas a romper ideas que tenías, empiezas a ser una nueva persona. Uno se va descubriendo, nos vamos transformando”, relata.
Lizaura reconoce que cambiar la mentalidad hacia este grupo no es tarea fácil. Por eso asegura que la manera de lograrlo es escuchando sus relatos y viviendo con ellos, en el margen. Cada ronda es una experiencia distinta que le brinda la oportunidad de crecer, de humanizarse y ser empática con otro ser humano.
“A una participante le decimos ‘Ojitos lindos’. Ella estaba durmiendo en un área no muy agradable, el olor era fuerte y estaba llena de moscas. Cuando me acerqué, esa imagen me impactó demasiado y viré. Pero cuando iba a irme, ahí mismo ella se levantó y me recibió con una sonrisa. Eso fue como un choque, porque uno se queja a diario de lo que no tiene y nos pasamos la vida amargados, y ella me recibió con una sonrisa, a pesar de su condición”.
Actualmente, Operación Compasión solo ofrece rondas en el área metropolitana. No obstante, su objetivo es expandir su alcance a todo el país. Para eso, necesitan más ayuda voluntaria, más personas interesadas en participar a través de toda la Isla. Es por esto que Lizaura nos invita a “doblarnos las mangas y ponernos en acción”, a darnos la oportunidad de dar vida a los demás.
Para ser voluntario de Operación Compasión, escribe al correo electrónicosoyvoluntario@iniciativacomunitaria.org.
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