Blog #LaCalleHabla
Con esta entrada iniciamos un Blog especial que recoge las reflexiones de nuestros voluntarios del programa Operación Compasión.
Al llegar a la cueva (nuestro punto de encuentro) me encontré con un ambiente lleno de alegría y de voluntarios con muchas ganas de regalarle el corazón a la noche. Luego de preparar la comida, ropa, medicamentos y otros productos para el beneficio de nuestros participantes, comenzamos a dar gracias.
Dimos gracias por el milagro que es cada día y por las cosas pequeñas que nos hacen valorar las cosas más grandes. Nos cuestionamos el cómo uno puede dar a cambio lo que por gracia te dieron.
Por lo general damos gracias por las cosas que nos gustan y no damos gracias por los momentos más difíciles que son en los cuales más aprendemos y cuando más crecemos. También, dimos gracias por el privilegio de haber nacido en el lugar que nacimos, porque eso no fue decisión de ninguno de nosotros y define gran parte del camino de la vida. Dimos gracias por el amor que recibimos y el amor que brindamos hacia las demás personas. Y también dimos gracias por la familia, los amigos y la vida misma. Sin más preámbulos salimos a la calle a regalar nuestro amor.
Desde la primera parada pude observar el agradecimiento de nuestros participantes. Todos nos decían gracias al recibir los alimentos y luego se sentaban con nosotros a compartir una conversación exquisita que nos llenaba el corazón. Desde la primera parada, un voluntario agarró su guitarra y, junto a los participantes, comenzó a entonar canciones navideñas. Mientras bailaban y gozaban se sentían unas vibras llenas de amor y positivismo ante la vida, de agradecimiento puro.
En una parada encontramos a una persona que estaba pasando su primera noche en la calle. Los voluntarios le curaron una herida que tenía y luego le regalaron un abrazo para que supiera que siempre en Operación Compasión tiene una familia que lo apoya incondicionalmente. En la última parada ocurrió uno de los momentos más mágicos en mi experiencia haciendo rondas. Un participante nos pidió una serenata improvisada para cuando llegara su esposa. Cuando llegó todos los voluntarios comenzaron a cantar e instantáneamente la mujer comenzó a llorar y abrazó a su esposo por más de 5 minutos. En las rondas hacemos de tripas corazones y aunque no teníamos las mejores voces, el sentimiento de amor estaba presente y eso fue todo lo necesario para crear un momento mágico.
En la calle nos topamos con distintas personas que nos regalaron sus historias, su amor y su alegría. Conectamos nuestro espíritu con un abrazo de gracias en ambas direcciones. Las sonrisas de los participantes cargaban un valor inmenso que llenaba el alma de todos los voluntarios.
La guitarra, la canción al unísono y la noche se entrelazaban perfectamente creando una armonía llena de compasión, empatía y amor. En este Día de Acción de Gracia agradecemos a todas las personas que han colaborado con nuestro programa y han hecho de todas estas rondas nocturnas una experiencia enriquecedora para el voluntariado y los participantes. El compartir una cena de Acción de Gracias con las personas sin hogar fue un privilegio y una experiencia que jamás vamos a olvidar.
Sergio A. Rivera Rodríguez
Sol Llorens
Nov 24, 2017 -
Qué orgullosa me siento de ser tu Abu ❤️
Yadira Rodriguez
Nov 24, 2017 -
Wow! Ustedes hacen la diferencia. Hay mucha esperanza de un mundo mejor. Miles de Bendiciones para cada uno para que puedan seguir con esta hermosa labor.