Publicada el 28 de septiembre de 2018 | Primera Hora
Por Cesiach López Maldonado
Olga Francheska no escatima a la hora de esforzarse por ayudar a las personas adictas a sustancias controladas y sin hogar.
Otra defensora que se destaca de manera anónima en un sector de nuestra sociedad que muchos pasan por alto es Olga Francheska Alfonzo Rivera, de 29 años, quien trabaja con Iniciativa Comunitaria, Inc. Desde allí ayuda a deambulantes y a personas con problemas de adicción.
De esa forma, asegura haberse convertido en una mejor persona y encontrar su propósito en la vida.
“Esta población es marginada por la sociedad y ha sido olvidada. Hay que reconocer que todos somos humanos, tenemos derecho a caer y a levantarnos. Por eso el poder servir a esta población me ayuda a crecer como persona, a reflexionar. Es una satisfacción ayudar al más necesitado, es parte de un crecimiento personal y espiritual”, confesó Olga Francheska, quien además de estudiar biología y servir como voluntaria, trabaja en el laboratorio de investigación de la Universidad del Este.
A la joven comprometida lo más que le ha impactado de manera negativa es el discrimen de la sociedad y la indiferencia hacia estos seres humanos.
“Duele ver que haya un discrimen y que la sociedad los margine tanto y los olvide. Duele ver que les pasan por el lado y hacen como si ese individuo no estuviera ahí. El ser humano se ha hecho tan inmune, indiferente y egoísta hacia esa población. Los menosprecian y ellos lo más que desean es ser tratados como seres humanos”, enfatizó Olga Francheska.
Es por eso que para Olga Francheska, su paga se multiplica en cada paso que da por las calles del País, por lo que cada acción voluntaria se convierte en una ganancia.
“Me paga la sonrisa de cada individuo. Ese abrazo, esas palabras de aliento que ellos nos dan. El servirle me llena y me ayuda a nutrir el alma y el espíritu, es la mejor paga que uno puede recibir”, aseguró la futura bióloga, quien no tiene una labor definida, sino que ayuda en todo lo que es necesario desde curaciones, intercambios hasta en la entrega de profilácticos.
Esa experiencia en la calle la lleva a entender que hacen falta más personas que puedan ofrecer de su tiempo y esfuerzo para ayudar a la sociedad cuando el sistema gubernamental, la situación económica y los problemas sociales no permiten un panorama alentador para los menos afortunados.
“Creo que cada organización tiene una manera de sostenerse a base de donaciones, pero sin voluntarios no se puede llevar a cabo la misión. Hay que crear conciencia que debemos ayudarnos, necesitamos personas que crean en el poder de ayudar, en el poder del amor. Somos nosotros los que tenemos las herramientas en nuestras manos para mejorar la calidad del mundo”, expresó convencida Alonzo.