Blog #LaCalleHabla
Blog especial que recoge las reflexiones de nuestros voluntarios del programa Operación Compasión.
Escuchar, observar y sentir: Con esas palabras y con un grupo de 9 voluntarios inició la ronda. Noche en la cual más allá de un sándwich, más allá de un café o un poco de jugo; pudimos abrazar a nuestra familia. Una ronda en donde pudimos entrar en la intimidad de sus hogares; la calle, en donde pudimos conocer a totalidad sobre sus días, sobre sus sueños, donde tuvimos el privilegio de que nos permitieran ver sus heridas y con mucho amor poder curarlas.
Ésta ronda, fue una muy especial, y aunque todas las rondas son especiales y diferentes, en esta contamos con el apoyo de un ronderito. Un chico de algunos 10 años que se amaneció con nosotros conversando con los compas; como cariñosamente llamamos a nuestros participantes.
Y es que ver a un niño desenvolverse con tanta facilidad, así a tan corta edad teniendo tan presente el valor de la solidaridad; nos lleva a pensar que no hay límites, edades ni barreras cuando se trata del amor. Cuando dejamos a un lado los títulos, posiciones, edades; y nos vemos como realmente somos: seres humanos, ahí es que surge el milagro de las rondas.
Entre la oscuridad de la noche sobresalieron historias llenas de luz, capaces de transformar vidas; capaces de sanar corazones. No asumiendo que es a nuestros ‘compas’ a quienes les transformamos la vida, sino a nosotros mismos, porque nuestra familia de la calle es quienes nos dan nuestras mayores lecciones.
Un ejemplo de esto fue cuando en una de las últimas paradas nos bajamos rápidamente a saludar a nuestro compa y le dijimos (tristemente): compa, se nos acabó el café. A lo que nos respondió: “está bien, no hay problema, pero siéntate conmigo un rato a hablar; cuéntame cómo te va todo.” Ahí es donde entendemos y vivimos la filosofía de las rondas, lo que es verdaderamente importante. Ahí es que comprendimos que se hace ronda hasta sin tener nada en las manos. Para la ronda solo basta la voluntad de escuchar, observar y sentir…
Esa noche nos ganamos el amanecer. Lo logramos juntos, como la familia que somos en las rondas nocturnas de Operación Compasión.
Franchely M. Soto Rivera