Por Mildred Rivera Marrero
Publicado en El Nuevo Día (21 de julio de 2014)
Dos comunidades de San Juan son parte de la ruta que recorre semanalmente el programa de intercambio de jeringuillas, Punto Fijo, para repartir prevención.
Hombres y mujeres con una edad promedio de 39 años y que se inyectan droga un promedio de siete veces al día llegan hasta el punto escogido por los encargados del programa para intercambiar jeringuillas usadas por nuevas, parafernalia y condones (a quienes están activos sexualmente). El propósito es evitar el contagio o la reinfección con VIH o Hepatitis.
Llegan con 5, 10, 15, 20 jeringuillas en las manos, en sus bolsillos o carteras. Allí pueden intercambiar hasta un máximo de dos decenas.
19 personas, en su mayoría hombres, acudió un día de esta semana al intercambio, realizado en la calle, cerca de los lugares donde muchos de ellos acuden a inyectarse.
Hasta allí llegaron Leniel Arroyo Sánchez, coordinador del programa que es parte de la organización Iniciativa Comunitaria, y Antonio Cintrón. Con respeto, pero con empatía hacia los que se acercaban, les entregaron el material y recogieron datos personales y sobre sus prácticas, especialmente si comparten jeringuillas. Las preguntas dan paso a la orietación.
“Es un programa que no está enfocado a que dejen el uso, pero (muchas veces) es la puerta de entrada al tratamiento”, afirma Antonio.
“Lo único que no puedo dejar son la drogas”, explica uno de los usuarios que llegó hasta uno de los puntos de intercambio. Ha roto vicio en frío anteriormente, cuenta, pero luego de 20 días volvió a buscar la “cura” a un caserío y no ha podido salir de su dependencia de drogas intravenosas. La función de Leniel y Antonio es hacer lo posibles para que no comparta jeringuillas y no se infecte, en el proceso siempre le dejan saber que Iniciativa Comunitaria tiene otros programas que pueden ayudarlo a rehabilitarse. Ya eso, queda de parte de él.
La crónica completa fue publicada en la edición impresa de El Nuevo Día.