Publicado el 11 de octubre de 2017 | Claridad
Por Rafah Acevedo
¿Qué es la autogestión? Pues imagine que el poder y los centros de decisión y control sobre los mecanismos de producción están en mano de los productores directos. Y, además, que estos se encuentran organizados de manera democrática. Es como organizar la vida más allá de los marcos de patrón-trabajador que en el capitalismo condiciona las relaciones humanas.
Cuando una comunidad identifica los intereses o necesidades básicas que le son propios se organiza para defenderlos en la práctica cotidiana con los intereses y acciones de otros grupos. Esto parece democracia porque es democracia.
Así que ciertamente es una actitud ante la vida mucho más práctica que el palantismoauspiciado por la banca que a su vez auspicia el estado, esa cosa que muestra su ineficacia en tiempos de crisis o que desaparece. La autogestión es un modo de convivencia social que trata de no caer en la trampa teórica del capitalismo. Cuando el crecimiento, desarrollo y progreso se refiere al crecimiento del capital y el aumento de la tasa de beneficios, estamos abocados al desastre. Aún sin huracán.
Hasta hoy, ante el caos de las instituciones estatales, la lentitud genocida de autoridades federales, los ofrecimientos absurdos de préstamos (a un país sin capacidad de pago), la autogestión (la solidaridad), las cooperativas de acopio, consumo y distribución, y los esfuerzos de individuos y grupos, han ayudado a aminorar en algo la carga que sobrevivir conlleva en estos momentos.
A pesar de lo que la gravedad de la situación a veces nos impide ver quiénes y cuantos están trabajando, hay cientos de individuos y organizaciones laborando, más que nada en la distribución de alimentos o artículos de primera necesidad. La iniciativa Plato Caliente, el trabajo excepcional de Comedores Sociales, o grupos de diversa índole que ofrecen diferentes servicios como Proyecto Matria, Taller Salud, Peces, decenas de pequeños negocios, chefs, Puerto Rico Recovery Fund, Iniciativa Comunitaria, Proyecto Enlace Caño Martín Peña, Casa Pueblo y decenas de grupos que se han convocado y organizado desde abajo han salvado la situación. Por supuesto, son grupos diversos, con fines diversos y perspectivas de participación comunitaria múltiples.
Hablo de autogestión.Ese trabajo tendría que desarrollarse a escala nacional pero los señores del capital y los que solo son capaces de ofrecer contratos a empresas extranjeras para que vayan planificando, por ejemplo, cómo renovar el sistema de producción y distribución de energía, arrastran los pies. No tienen prisa. Ganan siempre. Mientras nosotros vamos perdiendo. La metrópoli genera capital del desastre. En las colonias se opera con el privilegio del colonizador. Los privilegios políticos son privilegios económicos.
¿Será posible organizar cooperativas de producción? ¿Podrían ocuparse espacios abandonados para fundar grupos de autogestión agrícola, artesanal, cultural? Hay muchas preguntas y hay muchos grupos trabajando. Y mientras hayan asociaciones de trabajadoras y trabajadores, de hombres y mujeres libres, produciendo y reproduciendo modos de vida de manera colectiva, se muestra la posibilidad de una sociedad más justa, de una distribución más equitativa y de modos más humanos de ser humanos.