Meta: Evolucionar en el diseño de estrategias y en los servicios que brindan, guiados por su sólida conexión con las comunidades que sirven.
Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé (Fundación Ángel Ramos)
Luego de ganar el premio que consideran “como un Nobel boricua”, la organización Iniciativa Comunitaria (IC) quería seleccionar sabiamente en qué invertirían el donativo recibido en el 2011: que fuera una obra de larga vida y “que no se lo chuparan las deudas”, eran algunos de sus requisitos.
“Esa inversión fue una semilla y hoy todavía se pueden ver sus frutos; invertimos en un bien que es de nosotros”, menciona Yorelys Rivera Amador, directora ejecutiva de la organización, fundada por el hoy legislador independiente, José Vargas Vidot.
Una parte del donativo fue utilizado en la compra de una vivienda en el sector Villa Capri, en San Juan, que permitió expandir los servicios del centro de desintoxicación para mujeres que operaban en la casa contigua desde el 1998. Desde entonces “Compromiso de vida” ofrece servicios de desintoxicación para hombres y mujeres, y tiene capacidad para 22 personas.
Además, destinaron fondos a capacitar a sus empleados y a su cuerpo de voluntarios, en países como Guatemala y Haití, en el manejo de emergencias y en modelos de promoción de salud que usan a diario en las calles.
“Cuando hay una emergencia, esos voluntarios que fueron capacitados en el 2011, aunque no estén activos con nosotros, regresan y dicen ‘aquí estamos, para dónde vamos’”, sostiene orgullosa. “Esas capacitaciones nos sirven de zapata para poder activar rápido todas las fuerzas de respuesta”.
Rivera considera que, como sus colegas en el tercer sector, “siempre trabajamos con un superávit de demanda de servicios, pero con recursos económicos limitados”.
“Típicamente, cuando uno está dando un servicio, si yo me propongo atender a 500 personas, pues me llegan 600 y no le vamos a decir que no a esos 100. El premio nos ayudó a invertir en varias cosas que fueron significativas para seguir sirviendo”, dice sobre una época en que dependían de propuestas gubernamentales por reembolso. “Así que teníamos deudas por todos lados”, añadió.
La directora considera que Iniciativa Comunitaria todavía es una organización joven que confirma los sistemas que le funcionan. Ahora domina su agenda prevenir las muertes por sobredosis de opioides entre personas sin hogar.
“Es un reto mensual y lo podemos manejar porque contamos con un equipo de servicios psicosociales que les da apoyo y estrategias a todo el personal que está en el servicio directo. Así ellos pueden afrontar esas pérdidas y delinear nuevas estrategias para que la educación que tiene que ver con prevención de muertes por sobredosis llegue a más personas y tengan a mano el antídoto, “Naloxom”, para evitarlas”, indica sobre una labor interminable y agotadora.
Pero, también, se enfocan en sus historias de éxito, como las que viabiliza la estrategia de reducción de daños que utilizan, un modelo proveniente de Suiza. Este aspira a reducir el consumo y evitar conductas de riesgo, siguiendo un plan individualizado.
“Un 72% de nuestros participantes terminan su proceso en el programa “Compromiso de vida”, el 8% de nuestros empleados son personas recuperadas de la calle, así que logramos nuestra meta. En la adicción a drogas hay diferentes etapas de cambio y de recuperación. Nosotros trabajamos desde la estrategia de reducción de daños en la que la persona posiblemente va a reducir el consumo de sustancias o va a evitar conductas de riesgo como usar jeringuillas compartidas o tener relaciones sexuales sin condón. Ahora tenemos tres pacientes que consumían heroína inyectable y hoy están muy bien, trabajando y pueden manejar sus condiciones de salud mental porque están en cannabis medicinal. A mí me agrada verlos porque recuperaron su familia”, explica.
La “necesidad emergente y no atendida” que hoy atrae la atención de Iniciativa Comunitaria es ofrecer asistencia especializada en salud mental para jóvenes entre los 14 y 18 años.
“Vemos una gran necesidad en servicios ágiles y atemperados a la realidad para trabajar con este joven y con sus familias, para que puedan comprender qué les está pasando; que sea un servicio fresco donde podamos atender las necesidades de una forma integral y en un horario no tradicional”.
El cambio es vida para esta organización. “Lo que fuimos hace 30 años cuando Vargas nos fundó, ciertamente no lo somos hoy y eso me alegra mucho. Me encanta cambiar el perfil de lo que somos, tenemos un programa nuevo de duchas móviles para personas sin hogar, así que vamos evolucionando según la calle nos va diciendo. Nadie aspira a quedarse como un cuadro pintado en la pared, uno aspira a evolucionar”, acaba Rivera.