Publicado el 19 de agosto de 2019 | Primera Hora
Por Cesiach López Maldonado
Féminas entre los 28 y 60 años divagan por las calles expuestas a las drogas, la violencia y la prostitución.
A los 23 años de edad, Venecia Rondón Guerrero comenzó una vida en la calle.
Se fue de la casa de su madre, dejándole a su hija de cinco años. Prefirió, entonces, trabajar en negocios de bebidas y ese ambiente la consumió.
“Empecé a probar sustancias (controladas). Comencé fumando marihuana… El trabajo que tenía me obligaba a madrugar mucho; trabajaba muchas horas de noche y ahí empecé en la cocaína. Luego, conocí el crack y me estabilicé… ahí toqué fondo”, recordó Rondón, quien es de nacionalidad dominicana, pero lleva 32 años en Puerto Rico.
Su entrada a las drogas la llevó directamente a la prostitución, ya que la necesidad de conseguir dinero para su adicción era demasiado fuerte.
Así pasaron 20 años en la vida de Venecia.
Según Alex Serrano, director de relaciones con la comunidad de Iniciativa Comunitaria, la población de mujeres deambulantes en Puerto Rico supera el 20%, por lo que para sobrevivir las féminas tratan de establecer vínculos con figuras masculinas, porque esto les brinda en cierto punto “seguridad”.
“Las mujeres que hemos visto en la calle necesitan y buscan relaciones con hombres únicamente por protección. Es una posición muy vulnerable. Es bien raro ver una mujer sola deambulando…”, aseguró el director.
Pero este no fue el caso de Venecia, pues aunque en un momento creyó encontrar una figura masculina que le brindaba “estabilidad”, lo que tenía con esa persona era lo que consideraba necesario: mucha droga.
“Fui a vivir con una persona que tenía un punto de drogas. Con él, en ciertas áreas, estaba cómoda. La razón de permanecer con él era, simplemente, porque ahí tenía la droga, él me suplía siempre. Lo mío con él no fue seguridad ni sentirme protegida, eso no existía”, confesó.
“Nunca dejé de reconocer que esta persona lo que estaba haciendo era usándome. Era una especie de negocio, yo le servía en unas cosas, él me daba otras y así fue la relación siempre. Con esa persona, años después contraje mi condición de VIH y me di cuenta de que la tenía después de ocho años viviendo con él”, detalló la mujer, quien estuvo en la cárcel tres veces y la última sentencia de cinco años la consumió al punto de crearle una depresión por la que intentó quitarse la vida.
Serrano recordó el caso de una participante que recibió servicios luego del paso del huracán María, en quien “vimos un deterioro bien rápido de ella”.
“Terminó golpeada fuertemente y la dejaron muerta en un área cercana. Vimos una situación de mayor vulnerabilidad para las mujeres, aunque siempre ha estado en la mujer deambulante, pero hemos tenido ese caso y otros parecidos”, relató el directivo.
Recientemente, trascendió en los medios la tercera masacre del año en la Isla en la que dos deambulantes fueron golpeadas hasta morir en Cayey.
Perfil de la deambulante
Para Yorelys Rivera, directora ejecutiva de Iniciativa Comunitaria de Investigación Inc., el perfil de las féminas que deambulan en las calles se ha mantenido constante con el transcurso de los años y son, en su mayoría, mujeres entre 28 y 60 años que no llegan a terminar el cuarto año de escolaridad.
“Hemos visto desde 28 años en adelante hasta los 60, que pueden llevar desde dos años hasta 10 años en las calles. Y, muchas veces vemos que la edad biológica no necesariamente retrata la que vemos física. Nos podemos encontrar una muchacha de 33 a 38 años, pero parece mayor por lo deteriorada que se pone por las condiciones tan duras de vivir en la calle”, explicó Rivera, al añadir que también han visto casos de personas con estudios universitarios que están en las calles porque perdieron un trabajo o tuvieron una pérdida significativa de algún familiar “y cayeron en una depresión y ahí llegaron”.
A su vez, la prostitución está presente en la gran mayoría de los casos, al igual el que muchas de las mujeres que llegan a las calles fueron víctimas de abusos y violencia.
“No todas, pero la mayoría de ellas tienen que recurrir a hacer trabajo sexual para poder adquirir dinero, si es consumidora de droga, para poder manejar su uso de sustancias”, o”, comentó la directora ejecutiva.
El más reciente Conteo de Personas Sin Hogar (2017) reflejó que 840 mujeres deambulaban por las calles, lo que representaba un 24% del total de 3,501 individuos contabilizados para ese entonces.
Al momento, se espera por la publicación del nuevo conteo realizado a principios del 2019, que recogería lo datos posterior al paso del huracán María del 2017.
El Departamento de la Familia debía entregar la información en julio pasado y Primera Hora la ha procurado en innumerables ocasiones sin éxito.
“Hay expectativas de cómo ha cambiado esa población (luego de María), estamos todos muy pendientes. Es la única forma de decir a ciencia cierta esto es lo que está ocurriendo y así hay que trabajarlo, versus a especular mucho y no estar seguros de que los pasos que se están dando son los correctos”, sostuvo Serrano.
Venecia: “No puedo más”
En todos los años que Venecia estuvo vagando en la calle aprendió muchas cosas, como a defenderse, pero luego de tanto luchar el cansancio fue tanto que en “un momento me rendí y dije: ‘no puedo más’”.
Fue en ese momento que llegó a un cuartel de la Policía y pidió que la ingresaran en La Perla de Gran Precio., allí se rehabilitó.
Ha pasado una década y actualmente trabaja como manejadora de casos en el mismo lugar en donde le dieron una nueva oportunidad de vida.
Ahora está enfocada en su trabajo y en sus estudios en Artes Culinarias.
Para información sobre ayuda a personas sin hogar, puede llamar a La Perla del Gran Precio al (787) 282-0012.