Me imagino que todos los que creemos en la independencia es porque creemos en la soberanía personal.
Me imagino que todos los que comulgamos de esta copa entendemos que la acción más virtuosa de un ciudadano común en la política es creer en su propia independencia y a partir de ahí estar totalmente convencido o convencida de que la independencia no tiene representantes exclusivos. Entender que los partidos que proclaman la independencia, son solo partidos y que no tienen, ni se les concede, ser el santuario que definen arbitrariamente quién es independentista o quién no lo es.
Me imagino que, para los que creen que la independencia es una virtud intrínseca de la existencia humana, aspirarla, sentirla y vivirla no tiene nada que ver con definirla académicamente.
Me imagino que los que creen que el espíritu humano, por lo tanto el ser humano encarnado en su presencia terrenal o descarnado en su esencia celestial es fundamentalmente libre y lo es aún cuando está preso en su carne, viviendo en Estonia o en Chicago, frente a gobiernos de izquierda o derecha.
Me imagino que si un ser soberano en su soberanía de conciencia cree que debe ser parte de un proceso eleccionario y lo decide por sí mismo, sin el aval, permiso, anuencia, validación, endoso, simpatía o respaldo de algún partido, esta aspiración debe de enorgullecer a quienes creen que el reclamo de una vida soberana es el principio de un país soberano y la expresión misma de la independencia humana.
Me imagino que los de la independencia no entienden la independencia del independiente.
Me imagino que no solo ganan los que ganan, también ganan los que pierden cuando perdiendo, ganan libertad
Me imagino que ganaremos.